Cuento 21

La tele


Era el mejor concurso de la tele. Lo echaban todos los jueves despues de cenar, y nadie se perdia ningun programa. Tenía un 60% de audiencia, y a los mejores presentadores.
Los concursantes sonreían felices al entrar en el plató, porque claro, siendo el programa más visto de la historia no podían hacer otra cosa.
Duraba 60 minutos más 10 de publicidad. Las grandes marcas y las compañías se rifaban ese espacio publicitario, por el que pedían millones por segundos de emisión. Aunque claro, sabían que se amortizaba y que al día siguiente todo el mundo iría a comprar alguno de los productos que habían visto la noche anterior.
En ese programa no se contestaban a preguntas de cultura, ni para medir el coeficiente intelectual, ni de nada.
En ese programa los concursantes contaban su vida. Pero no eran vidas espectaculares, ni famosas, ni excitantes, ni morbosas... Eran vidas diarias, eran problemas de cada día, de los que nos ocurren a todos. Iban los contaban, y el que ganaba esa noche (por votacion del público) ganaba un cambio de vida.
No le regalaban ningun coche, ni una casa, ni una operacion de cirujia estética para arreglarse la nariz.
Le regalaban una gran caja llena de felicidad, y un ticket donde ponía "Vale por lo que sea"; un mundo nuevo que diseñase a su gusto, con playas de agua rosa, y espuma morada, con cielos naranjas de los que nunca lloviese, con noches llenas de estrellas de 5 puntas amarillas y lunas redondas.. O una nueva oportunidad en la vida empezando desde cero. Naciendo de nuevo, literalmente... O un cuento de hadas, con su principe (o princesa), y dragones, y aventuras para poderse meter dentro de él cada noche después del trabajo... O historias de piratas...
O cualquier cosa.
Todo dependía de la capacidad de cada uno para soñar con otras vidas para su vida.

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