Entre gritos y litros de alcohol.
Hay días que me dan por los vicios y la necesidad. Y por ejemplo, te despiertas y me dan ganas de salir corriendo para no volver, para no caer en la tentación de tenerte cerca y encerrarme en tus cuentos para no dormir.
Porque a veces me acuerdo de cuando ibamos en metro a todas partes, y yo aprovechaba para escribirte prosas de amor y tristeza de vuelta a casa.
Y tú me decías que que bonito era todo, y me hacías dibujos con corazones, y poesías bizarras...
Y yo sigo aqi, sentadita esperando a q me tumbes, o a q me pongas sobre tus rodillas a pedirte deseos de magia y color; A pedirte deseos de esos de siempre y a pedirlos como nunca lo hago.
Y esq eres tú, q me conoces y q de vez en cuando te acuerdas de cada escondite en mi alma, de cada rincón en mi cuerpo, de todo ese aura que me rodea, o de hasta donde vas a quitarme la ropa...
También me acuerdo todos los días de cada noche que paso sin tí, y de todas las que paso contigo. Y de que cuando estamos solos los dos en la cama apretujados al lado de la almohada después de tener guerra, te digo más bajito que de costumbre que me gustas, que me gustas mucho y tú te ries y me dices tonta en voz baja también.
Recuerdo además todos los minutos por teléfono y todos los segundos a la cara en los que me has contado cada cosa de tí de las que ahora conozco tan bien y me parece increíble que después de todo a ti también te gustase el olor a lluvia, los frutis, los perros grandes, pisar los charcos y abrazarte al dormir...
Por eso estoy deseando que llegues cada noche a decirme que venga, que me guardas un hueco en tu ropa, entre la luna y la pared y a los pies de la cama .
.